Llevas meses o tal vez años con una rutina de miedo, una agenda súper llena que no deja un espacio para ti, ni siquiera para tomarte un café sin tener que estar contestando llamadas y mensajes, salir corriendo a citas, a recoger niños, atender casa; y te has convertido en el típico multitareas porque a pesar de que llega el fin de semana, ya tienes agendados comidas, cine, fiestas, cenas, conciertos; vas y haces ejercicio como loco porque no tuviste tiempo entre semana y quieres sudar todo lo que no sudaste en esos días, terminas agotado, deshidratado y corriendo a bañarte para seguir en el siguiente compromiso. Además a veces te sientes culpable por no poder atender todo y a todos, cuando haces hasta lo imposible y además todo lo mejor que puedes.
¡Alto! Detente un segundo y respira profundamente y pregúntate ¿Qué es lo peor que puede pasar si………? Esa para mí ha sido la pregunta oficial para muchas cosas en mi vida; qué pasa sí… freno todo lo que he hecho durante meses y dedico un día para mí, para estar conmigo, para reencontrarme, para ver cómo me siento, qué necesito, hacia dónde voy. Un día en que sólo te preocupes por ti.
Todos merecemos ese espacio, de escucharnos, de estar conmigo. ¿Y qué crees? ¡Que no pasa nada!, el mundo no se detuvo, tus clientes te esperaron, los niños sobrevivieron, los mensajes y la casa ahí siguen.
Nos hemos olvidado de la importancia de detenernos, respirar y conversar con nosotros mismos. Dándote tiempo a ti hace que tu vida sea más equilibrada, más productiva, la prioridad de estar bien contigo para que todos los de alrededor también lo estén.
Todos los días, sin importar que tan llena esté tu agenda, date un espacio de unos minutos para respirar, poner tu mente en blanco, siente tu cuerpo y agradece.
Agéndate un día contigo y vas a ver que no pasa nada y estarás en armonía contigo y los demás.